El ejemplo de Arenys de Munt


Joxerra_Bustillo
La consulta testimonial que se celebró el domingo en la población catalana de Arenys de Munt supone una piedra de toque para reflexionar sobre las vías a probar en la búsqueda de salidas razonables a los conflictos nacionales que padecemos, tanto en Països Catalans como en Wasconia. Líbreme el diablo de pensar que lo acontecido sea una pérdida de tiempo, ni mucho menos, pero tampoco conviene sacarlo de quicio y exponerlo como si fuera el inicio de la vía escocesa a la independencia, pero en Catalunya.

Es cierto que el Estado ha puesto algunas trabas a la realización de la votación, pero al final se ha podido llevar a cabo, eso sí, con algún contratiempo falangista y en locales ajenos a ese mismo Estado. Y si el Estado lo ha dejado realizar es porque no le hace demasiado daño. Comparar con lo acontecido con el «intento» de consulta de Ibarretxe sería muy ilustrativo.

Ahora bien, no está de más mostrar la voluntad de una buena parte del pueblo a favor de la independencia, sin mayores subterfugios, pero la participación registrada (41%) no permite realizar mayores elucubraciones. En mi modesta opinión, una consulta en la que no participa el 60% del electorado no puede ser tomada como válida, sea la de Arenys o la de la Constitución europea. Considero que debe requerirse una participación de, al menos, el 50% más uno de los ciudadanos con derecho a voto para que la cosa tenga algún recorrido político.

De lo dicho se desprende que el alto porcentaje de voto independentista, con ser reseñable, no es real, ya que es evidente que ha sido ese electorado el que se ha movilizado de forma destacada, quedándose en casa y sin votar quienes se muestran contrarios a la independencia. Por tanto, no echemos las campanas al vuelo.

Este tipo de consultas testimoniales tendrían un mayor calado si se hiciesen en la misma jornada en cientos de municipios a la vez, lo que requiere una organización complicada y medios técnicos más sofisticados que los empleados en Arenys. He leído noticias que van por ese camino, de lo que me alegro. Si ese intento se concreta sí que puede hacerle daño al Estado.

En el lado oscuro del asunto se encuentra la actitud de quienes estiman un triunfo histórico el mismo hecho de la consulta, un verdadero desafío al Estado, y además consideran que con lo logrado el domingo tienen gasolina para un montón de kilómetros de soberanismo de andar por casa. Ahí reside el mayor peligro de estas historias. Las fuerzas soberanistas se mueven, aquí y allí, en una especie de política-ficción, en la que los gestos tienden a sustituir a los movimientos de fondo, con calado.

Está bien hacer una consulta simbólica, pero había que haberla realizado hace veinte años. Lo que toca ahora es realizar una consulta con poder vinculante en la que se exprese el cuerpo electoral de la nación, sea vasca, catalana o escocesa. Lo demás es seguir distrayéndonos con jueguecitos de la señorita Pepis mientras el Estado se frota las manos ante la ingenuidad de una especie de soberanismo de fantasía.

Soy consciente de que voy de aguafiestas, y de que me paso un pelín en la crítica, pero ya va siendo hora de que los soberanistas pongamos los pies en la tierra y empecemos a pensar en que la política de diseño no conduce más allá de Maltzaga, y en muchas ocasiones, ni siquiera llega hasta allí.

Publicado por Nabarralde-k argitaratua