Construir el futuro superando el presente (y II)


El momento político que vivimos hoy en Euskal Herria está marcado por actitudes muy concretas que bloquean cualquier proyecto serio de emancipación nacional.

El Estado español, como lo ha hecho desde hace siglos, impide con cualquier artimaña la posibilidad de que los vascos podamos decidir sin ingerencias ajenas nuestro futuro en paz y libertad. Para ello nunca ha respetado, ni respetará, las más elementales normas democráticas, cambiará todas las leyes que le venga en gana, cobijándolas bajo el paraguas de su particular interpretación del Estado de Derecho, y venderá en el mundo la idea de que la reivindicación del derecho de autodeterminación para Euskal Herria es un sueño de unos pocos iluminados, que además navegan alrededor de una ¿banda terrorista?

Más o menos la teoría de ese famoso juez de que todo es ETA. De hecho, el que ETA no abandone su estrategia de lucha armada provoca que la Unión Europea prefiera no inmiscuirse en los «asuntos internos» de los Estados y no eleve el contencioso vasco a la condición de asunto de interés y contribuya a su resolución en la medida de sus posibilidades.

La organización armada ETA, por su parte, presume de ostentar la representación del pueblo vasco, cuando solamente una parte de la izquierda abertzale está de acuerdo con sus métodos de lucha; consideración que, extrapolándola al resto de la ciudadanía, nos permite afirmar, sin ninguna duda, que la inmensa mayoría de la sociedad vasca desea que ETA dé por finalizada la lucha armada.

Tampoco hay que ser un experto en historia o politología para afirmar que Euskal Herria nunca se ha rendido. La persistencia en la defensa de sus libertades, a lo largo de su historia, ha sido continua, y en los últimos años, y a medida que las consecuencias del régimen franquista han ido desapareciendo con las nuevas generaciones, el porcentaje de sociedad que defiende el derecho de autodeterminación, e incluso que se siente independentista, ha triplicado con creces a la considerada en los años 60.

Nuestra sociedad es madura, comprometida y tiene músculo suficiente como para enfrentarse a los Estados por vías democráticas. Ésta es una realidad que los estados conocen y temen, razón por la que utilizan la existencia de ETA como elemento distorsionador. Los Estados español y francés pueden asimilar sin mayores problemas un conflicto armado de baja intensidad y larga duración como el existente actualmente, vendiendo ante el resto de Europa la imagen de «demócratas» luchadores infatigables contra el terrorismo y dejando para la cocina de casa, las continuas violaciones de derechos, el incumplimiento de su propia legalidad, los encarcelamientos por pensar diferente, etc. La idea que con más empeño pretenden socializar es la de que «contra el terrorismo todo vale, porque todo es ETA».

Las recientes detenciones y encarcelamiento de destacados líderes independentistas de la izquierda abertzale son un claro ejemplo de ello.

Dicho lo anterior, desde la Fundación Euskaria consideramos que es necesario y urgente un cambio de rumbo. Es impensable que los Estados cambien su estrategia, por lo que tendremos que ser nosotros, los vascos, la parte contraria, quien cambie de estrategia con el objetivo final de crear un Estado vasco, y para ello nos parece imprescindible manifestar que tiene que acabar la lucha armada de ETA, hoy mejor que mañana, porque:

1.- Vulnera los más elementales Derechos Humanos.
2.- No representa a la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo.
3.- No supone ningún peligro real para la estrategia de los Estados español y francés.
4.- Permite a estos Estados justificar la criminalización de todas las iniciativas políticas para la resolución del conflicto vasco por vias pacíficas y democráticas que les interese reprimir.
5.- No es viable articular un polo soberanista bajo la tutela de ETA. Tendrá que ser abierto a todos los sectores políticos abertzales, y sólo será viable desde una dirección participada por organizaciones civiles, políticas, sociales y sindicales.

A su vez, los partidos abertzales tienen que cambiar su actitud posibilista y hacer un planteamiento de construcción nacional.

Para ello, desde la Fundación Euskaria consideramos necesario cambiar las estrategias cortoplacistas de estos años, en las que los partidos abertzales condicionan sus actuaciones de los siguientes cuatro años a las próximas elecciones, por otras que contemplen objetivos a medio y largo plazo para la nación vasca.

No vale acusar a otros de los males del país. Vivimos la situación que vivimos, entre otras cosas, por la incapacidad de nuestros políticos de superar las desconfianzas mutuas, de no ser capaces de dialogar y ponerse de acuerdo en un proyecto abertzale. Y esto es necesario y urgente que cambie. No se gana un partido si no se juega, y el juego siempre entraña riesgo. Ya no es válido decir que no se dan las circunstancias necesarias, el país no puede esperar otros 30 años de estrategias que nunca llegan a su fin.

Es el tiempo de pasar a propuestas concretas que promuevan un acuerdo de mínimos entre partidos, sindicatos y asociaciones civiles.

El ejemplo de PP, PSOE y UPN, salvando sus enormes diferencias ideológicas para unirse por razones de Estado, tendría que ser un aldabonazo en la conciencia de los abertzales y provocar espacios de diálogo para consensuar un plan que permita situar las mayorías en su justa medida, y evitar que dentro de unos cuantos meses desplacen al nacionalismo vasco de la mayor parte de las instituciones de Hego Euskal Herria. Si los partidos españoles son capaces de aparcar sus diferencias por razones de Estado cuando creen que lo que está en juego es la unidad de España, los dirigentes de los partidos abertzales deberían reflexionar sobre si la construcción de un Estado vasco no es una «cuestión de Estado» tan importante y suficiente para aparcar también sus diferencias.

Lo que hemos querido transmitir en éste y otro artículo que publicamos hace unos días en este mismo periódico, es la opinión de nuestra fundación, que no obedece a ninguna disciplina de grupo o partido. Nos gustaría pensar que el pueblo vasco va a ser capaz de recuperar el poder que le corresponde, en las instituciones de nuestro país, y ejercerlo con determinación en una confrontación democrática con los Estados para, mediante el derecho a decidir, ejercer nuestra soberanía.

* Euskaria Fundazioa

Publicado por Noticias de Gipuzkoa-k argitaratua