Fronteras y barreras

En la bahía del Txingudi hemos sufrido durante años la denominada frontera entre España y Francia impuesta por ambos estados. La fragmentación que ella originaba transcendía (lógicamente) Hendaia e Irun y se extendía a toda Euskal Herria. Al eliminar la muga las cosas no cambiaron de la noche a la mañana y una frontera invisible permaneció entre las dos villas, y por extensión entre Iparralde y Hegoalde.

Desde entonces nuestro pueblo dividido a la fuerza continúa buscándose y acercándose en un hermoso pero lento proceso.

Las gentes de ambos lados del Bidasoa hemos vivido dos tipos de colonización difererente y ello ha obstaculizado en ocasiones el acercamiento mutuo. Hoy que la muga es ya historia percibimos la amenaza de una nueva y terrible frontera divisoria. Nos referimos al TAV y la profunda transformación territorial que llegaría con él. De hecho, esta nueva muga y la metrópoli que con ella se extiende sería una barrera de 470 kilómetros de largo y cientos de hectáreas de extensión que dividiría decenas de pueblos. Las élites españolas, francesas y vascas nos quieren imponer esta nueva frontera que trae consigo la colonización mental del desarrollo, la modernidad, el individualismo y la velocidad.

La tierra en la que vivimos está ya tremendamente cementada y casi colapsada por infraestructuras viarias. Ellas, en la medida en la que facilitan la movilidad de los vehículos obstaculizan la comunicación ente las personas. Cuanta más ocupación de suelo hay, más difícil resulta caminar. La movilidad impide el movimiento de la vida de las personas y la naturaleza. Es como una muerte lenta para ganar tiempo. Las personas que habitamos la bahía del Txingudi amamos apasionadamente nuestra costa, montes, marismas, valles, ríos, campos y colinas. Ellos son nuestros tesoros. Olaberria, Oxinbiribil, Meaka, Ibarla, Ollakinta, Plaiaundi, Peñas de Aya y Jaizkibel los queremos como son ahora.

La villa histórica necesitaba el territorio para su abastecimiento diario y por ello nuestro entorno es el fruto del diálogo de nuestros antepasados con la naturaleza. Y tanto ahora como en el futuro las zonas rurales son la garantía de soberanía alimentaria.

El TAV y la metrópoli que con él se extiende borrarían para siempre la naturaleza impregnada de nuestra memoria e historia. La «nueva frontera» que constituye la metrópoli no necesita del territorio cercano ya que fagocita los recursos alimenticios, materiales y energéticos que llegan de lugares lejanos. Si no impedimos los planes desarrollistas previstos para la comarca, el valle de Txingudi-Bidasoa se convertirá en un gran corredor de transporte de personas y mercancías. Debido a su situación geográfica, Euskal Herria lleva camino de transformarse en un pasillo y almacén de productos al servicio de la megalópolis europea. Esto es inadmisible.

Por todo ello y mucho más, nos juntaremos las gentes que habitamos a ambos lados del Bidasoa junto con las del resto de Euskal Herria, así como con otras víctimas del TAV de otros lugares de los estados, para manifestar conjuntamente nuestro más rotundo rechazo a esta infraestructura y a sus nefastos efectos en la sociedad, economía y naturaleza. Ya basta de fronteras. Queremos ser personas unidas a la tierra conscientes y solidarias.

Beatriz Arana Ortiz y Mertxe González Marcos

* Miembros de Txingudiko AHT Gelditu! Elkarlana

 

Publicado por Noticias de Gipuzkoa-k argitaratua