Literatura

Viejas palabras, trágicamente actuales, de G. Papini, escritas en 1921: «(…) con nombre de comercio se practica la usura y la apropiación; bajo la enseña de la gran industria, la piratería de pocos en daño de muchos. Los pícaros y los malversadores tienen en su custodia el dinero público y la malversación entra en el programa de todas las oligarquías. La ostentación de los ricos ha imbuido en los cerebros la idea de que en la tierra, emancipada ya del cielo, solo tiene valor el oro y lo que con el oro se puede comprar y gastar. Todas las creencias, en este infecto maremágnum, se amortiguan. Casi una sola religión practica el mundo: la que reconoce la suma trinidad de Wotan, Mammón y Príapo: la fuerza, que tiene por símbolo la espada y por templo el cuartel; la riqueza, que tiene por símbolo el oro y por templo, la bolsa; la carne, cuyo símbolo es nefando, cuyo templo es el burdel. Tal es la religión dominante en la tierra, practicada con fervor, si no siempre con las palabras, por lo menos con los hechos. La antigua familia se rompe: el adulterio y la bigamia corrompen el matrimonio; la descendencia paréceles maldición a muchos y la hurtan con diversos fraudes y abortos voluntarios, la fornicación triunfa de los amores legítimos; la sodomía tiene sus panegiristas y sus lupanares; (…) El orden no es sino decoración y simulacro. La plutocracia y la demagogia, hermanas en su espíritu y en sus fines, se disputan la dominación de las hordas sediciosas, malamente servidas por la mediocridad asalariada. Entretanto, sobre una y otra de las castas en lucha, la coprocracia, realidad efectiva e indiscutible, ha sometido lo alto a lo bajo, la cualidad a la cantidad, el espíritu al fango».

 

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