Verdad, justicia y reparación

Aranzadi recoge en una exposición la exhumación de fosas de la Guerra Civil desde el año 2000

 

Imagen de la exposición.

UNO de los momentos más apasionantes en la dilatada trayectoria del forense Paco Etxeberria exhumando fosas se produjo casi de casualidad. «Habíamos acabado el trabajo en aquel trigal de Castilla cuando el detector de metales comenzó a emitir sonidos». No había tiempo que perder. Empezaron a cavar la fosa 4 de La Andaya, en Burgos, y bajo la tierra encontraron los restos humanos de la corporación municipal de Aranda de Duero, nada menos que 29 esqueletos entre los que sobresalía una mano que portaba una alianza de boda. Y en ella, el grabado del nombre de una mujer. Fue el hilo del que poder tirar hasta colocar el resto de las piezas del puzzle.

La fotografía de ese mismo hallazgo, casi a escala natural, se muestra desde ayer en la exposición Exhumando fosas, recuperando dignidades, organizada por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en colaboración con la UPV/EHU y el Gobierno Vasco. El Centro Carlos Santamaría, del campus de Gipuzkoa, acoge la muestra. Son 34 paneles impresos con fotografías de diferentes exhumaciones, reflejo de un trabajo científico realizado por un equipo muy humano.

La Ley de Memoria Histórica fue aprobada en 2007, pero ya desde el año 2000 había comenzado, bajo la dirección de Etxeberria, una labor investigadora que no ha cesado desde entonces. Durante este tiempo se han exhumado más de 3.000 fosas de la Guerra Civil y han sido hallados vestigios de más de 6.000 personas, según detalló ayer en la presentación de la muestra Cristina Uriarte, vicerrectora del Campus de Gipuzkoa de la UPV/EHU.

Actualmente Aranzadi está trabajando en Sopuerta (Bizkaia), en unas fosas de las que el equipo no tenía constancia hasta hace seis meses. «El mapa se sigue ampliando», confesó Etxeberria, quien juzgó necesario el concurso de todas las disciplinas en el capítulo de la Memoria Histórica». Así, aludió a la implicación que actualmente tienen arquitectos e ingenieros, además de forenses y psicólogos. Lejos queda aquella etapa, recordó, en la que uno marchaba a León con la azada y los familiares «como en los tiempos de Franco. Aquello no era serio».

Déficit democrático

Oposición a la exhumación

El forense confesó no entender por qué hay gente que se opone a las exhumaciones ya que «todo el mundo» tiene derecho a la verdad, justicia y reparación. «Habría que identificar a quienes están en contra, porque estamos ante un caso de déficit democrático», sentenció.

Dio paso después a la explicación del proceso que sigue toda investigación, con ese primer informante -«por lo general gente mayor, familiares que frecuentemente se derrumban»- que da lugar a la prospección. Nunca es fácil. No es sencillo hallar las fosas, dijo, porque en ocasiones hay que basarse en el testimonio de testigos que inicialmente renuncian a contar la verdad y relatar lo que saben y vieron.

Hallado el lugar donde descansan los restos, el forense desveló que la exhumación de cuerpos siempre depara sorpresas. En ocasiones, junto a los cuerpos hay relojes que siguen funcionando como si nada hubiera ocurrido, lo que confiere a la escena un áurea casi mágica que le traslada a uno en el tiempo. «Una vez hecha la extracción, es en el laboratorio donde se realiza el informe técnico, que se entrega a los familiares», y acaban así 70 años de silencio, explicó Etxeberria a los universitarios que se encontraban en la sala.

Concluido su relato, y saliéndose del protocolo, el forense «exigió» a Graciana, una de sus alumnas, que saliera a explicar ante los periodistas algunos de sus conocimientos adquiridos. «Solo puedo decir que no hay muchos profesores como él. Me dio la oportunidad de asistir a una exhumación, y resulta sobrecogedor, increíble. Todos deberíamos agradecer la labor de Paco», concluyó ante una salva de aplausos.

 

http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2012/09/14/sociedad/euskadi/verdad-justicia-y-reparacion