Quién quiere manifestarse con la legión?

Dice la demoscopia y la sociología que los independentistas somos quizás un poco más de la mitad de los catalanes. Esto quiere decir que los no independentistas (con las diversas preferencias que tengan) deben ser una cifra ligeramente inferior a la mitad de los catalanes. La gran pregunta que me hago, ¿cómo un movimiento político que debería tener el apoyo de una parte importante (aunque no mayoritaria) de la sociedad catalana fracasa siempre en sus manifestaciones?

Este fin de semana SCC convocó otra manifestación antiindependentista y aunque llegaron autocares de todo el resto del Estado, sólo congregó a 6.000 manifestantes, cifra que queda empequeñecida ante cualquier convocatoria del movimiento independentista. La respuesta a esta disonancia entre el supuesto apoyo a la no independencia con su expresión en la calle se basa en dos razones.

La primera, el “no” a la independencia no es ningún mensaje de ilusión. “Viva el ‘statu quo'”, “votar es de pobres”, “dejemos las cosas como están” no es ningún grito motivador. Una persona puede estar en desacuerdo con la independencia, pero difícilmente se puede sentir motivada a moverse en defensa de un sistema que es evidente que hace aguas. Hace falta una mentalidad muy retrógrada para salir a defender el ‘statu quo’. De momento, el no a la independencia no tiene ninguna alternativa, ningún proyecto ilusionante, ninguna propuesta que movilice una parte importante de los no independentistas. El grito “federalismo o barbarie” ya no se lo cree nadie, más cuando los defensores de este grito renuncian al referéndum unilateral.

La segunda, a ningún demócrata le gusta ir a manifestaciones con fatxas. Y lo digo con todas las palabras. Las manifestaciones de SCC huelen a naftalina tardofranquista. Los códigos con que se manifiestan (rojigualdas al frente) sólo los entienden un sector minoritario ya no sólo de la sociedad catalana, sino de la sociedad española. A ningún demócrata le gusta salir con los legionarios y aplaudir a las puertas de la infame comisaría de Via Laietana. Tampoco les gusta que los confundan con falangistas. Que haya gente de la ultraderecha española y reaccionarios de UPyD y VOX tampoco habla muy bien de este tipo de manifestaciones.

Por mucho que algún diputado del PSC despistado (o no tan despistado, esta estrategia de la dirección del PSC de hacer ver que había uno de los suyos por casualidad, nunca se ha hecho sin haberla pensado) aparezca, esta presencia no genera normalidad democrática alguna en las manifestaciones unionistas.

El gran problema del unionismo en Cataluña es que no presenta ninguna propuesta alternativa, no tiene ningún mensaje que genere ilusión y además su expresión pública se encuentra secuestrada por organizaciones y personalidades con tics tardofranquistas. Mientras continúen así la disonancia entre los unionistas sociológicos y el unionismo político hará que la alternativa a la independencia sea un conjunto mal recogido de mensajes reaccionarios. Y esto no moviliza nadie.

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