Joandomènec Ros: “Sin el Institut d’Estudis Catalans (IEC), ahora no nos plantearíamos la independencia”

El biólogo encabeza la única candidatura a la presidencia de la institución, que se decidirá en un pleno extraordinario el próximo 8 de junio

El biólogo Joandomènec Ros afrontará el próximo 8 de junio un nuevo cómodo proceso electoral para revalidar, por cuatro años más, la presidencia del Instituto de Estudios Catalanes (IEC). En las elecciones sólo concurre su candidatura, que se plantea mantener la actividad de la institución a pesar de los recortes que ha sufrido en los últimos años. En esta entrevista con ‘El Món’, Ros defiende el papel de la institución como generadora de conciencia del hecho nacional catalán. De hecho, afirma que sin la acción investigadora y de preservación del patrimonio que hace el IEC desde el siglo pasado, Cataluña no se plantearía actualmente un proceso de independencia. Aparte, avanza algunas ideas para que el futuro Gobierno de una República catalana esté comprometido con la investigación y la recuperación del capital intelectual que se ha visto obligado a abandonar el país.

 

Entra de nuevo un proceso electoral en el IEC pero, como la primera vez, no se encuentra competencia por delante. ¿Qué hace que haya tan pocos candidatos en una institución como ésta?

Hace cuatro años me presentaba por primera vez y también concurrió sólo una candidatura. Hacía muchos años que eso no pasaba. Una razón podría haber sido que muchos pensaran que la crisis económica habría hecho relativamente difícil gestionar el Instituto, teniendo en cuenta que el 80% de los recursos los recibimos de las administraciones. Tanto la Generalitat como el Govern habían reducido mucho su aportación. En el caso de la Generalitat, casi dos millones desaparecieron de un año para otro. Quizá por eso alguien podría haber pensado que era imposible seguir, pero también podía ser que se confiara en mí porque entonces ya hacía ocho años que estaba en el IEC. En esta ocasión, la explicación puede ser que la gente haya visto que el Instituto ha funcionado y que se han conseguido hitos a pesar de los recortes. Pero también debemos tener en cuenta que tenemos más de 200 miembros, la mitad eméritos de más de 70 años.

 

¿El IEC afronta una necesaria renovación generacional?

La hacemos continuamente porque cada vez que un miembro muere o pasa a emérito es una plaza que queda libre y, en los últimos años ha habido una buena cantidad de plazas nuevas. La renovación está ahí. Lo que pasa es que por la exigencia en la que se pide la calidad y la excelencia en la investigación es difícil que entre gente joven. Y aquí, cuando entra alguien joven, es que tiene más de 50 años.

 

Asegura que se han podido capear con éxito los años de crisis. ¿Han podido conseguir fuentes de ingresos alternativas a las que venían del erario público y que han desaparecido?

Sí, se ha resuelto de varias maneras. Una de ellas es la reducción notable de personal en un 20%. Aparte, también tenemos alquilada una de nuestras tres sedes, la de la plaza Salvador Seguí, que nos genera ingresos. Lo que es importante, de puertas afuera, es que no se ha notado esta pérdida de presupuesto -la aportación de la Generalitat pasó de 8 a 6 millones de euros en 2008- y hemos seguido haciendo nuestras actividades. Nos hemos ajustado el cinturón y lo hemos hecho todo con menos gente, pero aparentemente no ha habido ningún tipo de bajada fuerte en la actividad. Hemos sido muy cuidadosos en ahorrar allí donde podíamos y de no alargar más el brazo que la manga.

 

Y estos dos millones que quitó la Generalitat, ¿se quieren recuperar de alguna manera? ¿Hay algún compromiso en este sentido?

El compromiso no existe, pero la Generalitat es consciente de ello. De todos modos, tanto el IEC como la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) fueron las dos instituciones que menos sufrieron los recortes. Actualmente debemos tener en cuenta la temporalidad de nuestros interlocutores en el Gobierno, y cuando hablamos con ellos nos dicen que sí, pero que ya hablaremos cuando toque, con quien sea. Y eso lo tenemos presente y no forzamos la máquina.

 

Usted define la IEC como una estructura de Estado. ¿En qué modelo se inspira actualmente la institución?

Cuando Enric Prat de la Riba lo creó pensaba en el Institut Français o en las grandes academias alemana e inglesa. Tenía un sentido porque a Cataluña le faltaba la búsqueda seria y sobre todo sobre el propio patrimonio y eso lo hizo el IEC y lo hizo bien. En su momento las grandes academias hicieron lo mismo, pero hace tres o cuatro siglos. El IEC lo hizo en el siglo pasado. Ahora seguramente el papel de estas academias es más de investigación, no tanto de salvaguardar el patrimonio del país. Pero en Cataluña todavía es así porque llevamos unos siglos de diferencia. Por lo tanto, hay muchas cosas que todavía nos toca hacer en un momento en que precisamente Cataluña se replantea un futuro inmediato diferente, desligado del Estado español. El IEC puede seguir jugando un papel importante en el trabajo a realizar. Además, hay que tener en cuenta que, si Cataluña es hoy consciente de que es una nación con capacidad para regirse sola y de que tiene un pasado lozano, en buena medida se debe a la investigación que hacemos en el IEC. Si el IEC no hubiera existido ahora no nos plantearíamos la independencia, seríamos una autonomía más del Estado pensando en la suerte de que tenemos un Estado que vela por nosotros, como por desgracia en muchas otras autonomías. El IEC ha hecho un trabajo en el pasado muy bueno y está dispuesto a seguir haciéndolo, aunque la situación sea mala.

 

¿Existe dentro del IEC un consenso sobre el proceso?

 

Tenemos más de 200 miembros, algunos de los cuales son miembros encendidos que saldrían a la calle como los primeros para pedir lo que fuera. Otros son más moderados y otros que están claramente -y lo han dicho en alguna reunión- en contra del proceso. Pero esto es lógico como centro de investigación con de 200 miembros con toda la diversidad posible. Diría que predomina el hecho de que Cataluña pueda tener en su momento todos sus derechos y, de hecho, dejando de lado estos aspectos más particulares, desde hace ocho años el IEC ha hecho manifiestos, llamadas y declaraciones sobre el derecho a decidir, sobre el hecho de que una de las leyes de las primeras que tumbó el Tribunal Constitucional era perfectamente válida… y la última declaración lamentaba que el TC haya inhabilitado al expresident Artur Mas y a las exconsejeras Irene Rigau y Joana Ortega las haya inhabilitado durante un cierto tiempo. Independientemente de si uno piensa que estamos mejor como estamos y que todo esto de la independencia es mejor no tocarlo, el IEC se manifiesta. No dice que quiere la independencia, sino que el derecho a decidir es algo que nos toca como nación, y que esta ley que no se quien ha tumbado es una ley perfectamente válida. Además, el IEC forma parte del Pacto por el Derecho a Decidir y ahora por el Pacto por el Referéndum, y en eso no ha habido ninguna voz en contra.

 

¿Cómo pueden cambiar las cosas en horizonte de independencia? ¿Qué impacto positivo o negativo puede tener para el IEC?

Actualmente el IEC tiene actividad en todos los Países Catalanes, que se distribuyen entre cuatro estados. Eventualmente, si Cataluña llega a ser un Estado independiente seríamos cinco estados y nada cambiaría, porque los estudios que se hacen son sobre patrimonio cultural y el medio, y como esto tiene el origen que tiene, no variará. Los miembros que tenemos son de todos los territorios, sean italianos, franceses, andorranos y españoles naturalmente. No debería haber un cambio más allá de pasar de cuatro a cinco estados, pero la actividad debería ser la misma. No creo que habría ningún tipo de problema.

 

En alguna ocasión se ha quejado de que el Gobierno no aprovecha el potencial intelectual del IEC para pedir asesoramiento.

Esto es una lástima, sigue siendo así, de hecho, en proporción, nos pide más asesoramiento el Parlamento. Cuando se creó y hasta la guerra, el IEC era la única empresa intelectual científica seria de este país y se entiende que los gobiernos que había entonces se apoyaran mucho en el IEC. Esto por suerte ha cambiado.

 

En un Estado independiente, ¿cuál debería ser la política de apoyo a la investigación desde el Gobierno?

Hay algo que sorprende mucho. Cataluña como autonomía no tiene capacidad para fomentar la investigación, de manera que todo el dinero tienen que venir de fuera, y aún así, Cataluña es líder en el Estado español y muchos centros de investigación son líderes en Europa y en el mundo en investigación. ¿Cómo se entiende que sin disponer de dinero para poder promover proyectos de investigación esté funcionando tan bien la investigación a todos los niveles? Yo diría que porque se han sabido presentar tanto a las convocatorias españolas como a las europeas y algunas internacionales proyectos con gancho hechos por gente que tiene la solidez comprobada de que funcionan bien. Si esto es así ahora, casi lo único que habría que hacer en un Estado independiente en cuanto a investigación es que el Estado tuviera la capacidad que no tiene hasta ahora de promover sus propias líneas de investigación y de dotarlas. Está muy bien que consigamos dinero del exterior, de hecho, somos la autonomía que más capta de toda España dinero del exterior. A veces es superior a lo que capta todo el resto de España y eso está muy bien, pero por razones diversas es bueno tener un ‘pool’ para hacer la investigación que consideren los científicos y sus promotores. No hablo de investigación orientada, pero sí que el Estado catalán pueda decir que en determinado campo o en todos la búsqueda esté bien dotada y pueda poner dinero.

 

Esta captación de fondos del exterior, ¿se debe poder garantizar en una Cataluña independiente, o se pueden presentar dificultades?

Sí. Creo que los fondos europeos e internacionales no tienen ningún problema, seguramente habría problemas con los fondos españoles, y éstos entiendo que serían prácticamente sustituidos por dineros catalanes. Esto no me preocupa excesivamente. La cara negativa de nuestro sistema es la precariedad de los jóvenes investigadores que se han quedado malviviendo o que han tenido que salir fuera.

 

¿Y qué se puede hacer para cambiar esta situación?

Una buena política, que en parte ya se hace, pero seguramente es un poco como lo de sacar el agua del océano con cubos, es crear los puestos de trabajo para que esta gente pueda volver aquí. Y eso no es difícil. En algunos campos se está haciendo. El mismo sistema de ICREA capta jóvenes talentos de fuera, sean catalanes o no, y muchos vuelven gracias a ello. Pero se debe aumentar. Aquí debe haber nuevas plazas en las universidades y los centros de investigación, una consolidación hasta donde sea prudente de las plazas de gente que hace tiempo que está en ello y que funciona bien.

EL MÓN