A los ayuntamientos que ondearán una segunda bandera española

A los ayuntamientos vascos que ondearán la bandera de la Segunda República Española el 14 de abril hay que recordarles cómo vivieron nuestros abuelos ese período de la historia de España en boca de sus principales protagonistas, para así saber cómo tenemos que actuar ante su conmemoración por parte de diferentes fuerzas políticas españolas.

En el libro “José Antonio Aguirre” Edorta Jiménez Torres nos traslada la figura del primer Lehendakari: “José Antonio de Aguirre nació en Bilbao exactamente 100 días después de la muerte de Sabino Arana (06-03-1904 al 22-03-1960) (…)

Se hizo con la alcaldía de Getxo a donde se había trasladado su padre siendo él muy joven, en 1931 durante la Segunda República española, desde donde pidió la abolición de las leyes de 1839 y 1876 que acabaron con los Fueros. Llegó a ser Diputado a las Cortes Españolas por Bizkaia y Alta Navarra. Dijo como resumen de sus pensamientos: “En el orden político, aspiramos a la soberanía plena de Euzkadi sobre sí misma (…) Ahora bien, el diputado que tiene el honor de dirigiros la palabra, tiene un mandado concreto y determinado que es el Estatuto vasco aprobado por los municipios” Era el Estatuto de Estella que él mismo encabezó como miembro más destacado de todos los alcaldes de los 4 territorios administrativos españoles donde se realizó. El 21 de enero de 1932 se celebraron las asambleas provinciales de los ayuntamientos en sus cuatro capitales, que se pronunciaron a favor de un Estatuto único: 423 de los 549 ayuntamientos votaron que sí, representando el 90 por ciento de la población. Con matices, pero fueron aprobados en los 4 territorios (Fernando Mikelarena “Historia, memoria, ideología y política en Navarra”). Se siguió negociando y modificando el Estatuto para intentar dar gusto al Gobierno de España, pero el gobierno español siempre lo rechazó sin apenas juzgar su contenido.

En el discurso sobre la Gestión de Gobierno Vasco entre los años 1936-56, el propio Jose Antonio Agirre dejó escrito la vital importancia de la negación del Derecho de Autodeterminación del Pueblo vasco por parte de la Segunda República Española tuvo incluso para los propios españoles y para su República: “¡¡Ah, compatriotas! Si el Estatuto de Autonomía hubiera sido aprobado en 1932, como era justo y procedente, sin dejar, por desidia de tanto demócrata, que las fueras reaccionarios tuvieran tiempo de apoderarse de Navarra, desbordando la voluntad popular favorable del viejo Reino, qué otra hubiera sido la situación. Ni Mola hubiera sublevado Pamplona, ni Álava hubiese sido dominada, ni se hubiera producido el holocausto de Irún y de Guipúzcoa entera, y la frontera con la República francesa y el territorio vasco hubiera estado en nuestra manos”. El General Mola firmó con los carlistas y las guarniciones de Estella, San Sebastián, Logroño, Vitoria y Pamplona el llamado “Convenio de Irache”, por el cual los carlistas abandonaron la “vía estatutaria” y se sometieron al general con el que se alzaron a cambio de recuperar los Fueros, leyes infinitamente superiores en su contenido autonomista que los Estatutos.

Indalecio Prieto, ex ministro del PsoE y miembro del Gobierno de la República Española en el exilio, hizo un viaje expresamente desde México a París para ver al Lehendakari Agirre y exigirle que: «-Este es el plan que hay y tenemos que cambiar de política, hay que adaptarse a otras circunstancias; y como el Gobierno Vasco es hijo de la República y nosotros vamos a renunciar a las posiciones republicanas, el Gobierno Vasco también debe desaparecer». A lo que Agirre le respondió: «-Don Indalecio, este testigo lo he recibido del pueblo y este testigo yo se lo devolveré al pueblo».

En el año 1932, en plena Segunda República española, pasaron por la cárcel 200 nacionalistas vascos por delitos de opinión, eso que eran todavía una minoría social frente al “tradicionalismo”. Es más, el euskera, siguió prohibido y perseguido en esa “democrática” Segunda República Española: “en España, el euskera padeció la persecución oficial, incluso su enseñanza estaba prohibida en los centros privados” (Eusko Ikaskuntza http://www.euskonews.com/0495zbk/gaia49501es.html). Las primeras ikastolas nacieron durante la Segunda República española como las que hemos hecho en los años 70, con el Gobierno español en su contra, financiadas por particulares y con un pueblo vasco que negaba a renunciar a su idioma, cultura y forma de ser.

La Segunda República Española no quiso aprobar el Estatuto vasco, pues primaba para ella la unidad totalitaria de España conseguida manu milatari en los dos siglos anteriores sobre las libertades de los pueblos o naciones sometidos (desmantelación institucional de la corona de Aragón-Catalunya y la de Nabarra), exactamente igual que para las “tropas rebeldes”, por lo que no fue una democracia.

Ya en aquél entonces es así como veía a la Segunda República Española la otra gran familia del nacionalismo vasco, Acción Nacionalista Vasca (ANV), la cual en año 1933 es muy clara frente a la confusión generalizada actual de los que se ven como sus descendientes: “Acción, que contribuyó con toda su alma y en la medida de sus fuerzas a dar vida a aquel Bloque Antimonárquico, ve levantarse en su lugar una monarquía política más absoluta y absorbente que la Borbónica y hereditaria de ella por las traza que presenta. Nuestros aliados (PsoE, PC y demás partidos republicanos) son izquierdistas por fuera y derechistas por dentro; liberales de palabra, reaccionarios de hecho; defensores de los derechos y libertades del hombre en apariencia, enemigos y sojuzgadores imperialistas de esas mismas libertades en el fondo”.

Es más, el Estatuto nunca se llegó a aplicar, como decía Telesforo Monzón: “El estatuto del 1936… yo no lo he conocido nunca. Puedo decir que he sido ministro de la Gobernación del Gobierno Vasco… y no he abierto el estatuto (creo que justamente lo ojeé el primer día por la mañana). Ese estatuto no se puso en la práctica jamás. Fue un auténtico fantasma. No existió tal estatuto. Lo que ha existido es un Estado Vasco soberano. Eso sí. Eso se toca. Tiene carne, tiene espíritu, tiene alma, tiene sangre. Un Estado Vasco. Duró 9 meses… Fue un Estado independiente”.

Es imprescindible aprender nuestra historia para no seguir empeñados en repetir los mismos errores 84 años después. Ni un gobierno español con o sin rey nos ha dado ni nos dará nada, al contrario, son los únicos culpables de que nuestro pueblo esté dividido, nuestro idioma no se hable en nuestras calles y que los vascos, como tales, no tengamos derecho alguno, ni individual ni colectivo al tener a nuestro Estado sometido. Nuestra libertad y nuestros derechos los ganamos y perdemos todos los días y el 14 de abril será un paso atrás en todos los municipios donde alcaldes vascos pongan banderas imperialistas españolas de forma voluntaria y por duplicado.