Museos y brutalidad cultural

El pasado 18 de mayo se celebró el Día Internacional de los Museos instaurado en la XII Asamblea General del ICOM (International Council of Museums) celebrada en Moscow en 1977. Este Consejo Internacional es una organización creada en 1946 relacionada con Unesco concebida para la conservación, mantenimiento y divulgación del patrimonio natural y cultural del mundo. Con dicha proclamación se pretende sensibilizar a las instituciones de las que dependen los museos y a la sociedad sobre su importante función para el intercambio y enriquecimiento de las diferentes culturas de la humanidad. El tema a considerar en 2017 es «Museos e historias controvertidas: decir lo indecible en museos». Pues bien aquí van unas cuantas.

Dado que el Guggenheim Bilbao Museoa, hace 20 años que se inauguró parece oportuno empezar aludiendo a este singular edificio. Resulta inadmisible que esta institución se haya apoderado de nuevo del pórtico del puente de La Salve, que pasa por encima del mismo, para reconstruir una instalación decorativa desfigurada que se hizo con un carácter de provisionalidad en 2007 con motivo del décimo aniversario de su apertura y que costó 1,6 millones de euros.

Se trata de una intervención l´Arc Rouge, también llamado Cruzando, del artista francés Daniel Buren (1938) que además de un plagio descarado de la instalación Tarantara que Anish Kapoor (1954) hizo en Piazza Plebiscito de Napoli para la festividad de Capodanno (Año nuevo) en 2001, es en realidad un absurdo adorno bufón, carnavalesco, fallero que agrede al enmascarar el citado puente, por cierto ante el silencio cómplice, entre otros, del Colegio de Ingenieros de CCP al no defender la integridad de una importante estructura.

Además el material se ha deteriorado en tonalidad y con chorreos constatando lo que ya era sabido que la Formica, un material de enormes y bellas posibilidades creativas y que muchos arquitectos y diseñadores hemos utilizado en objetos y revestimientos interiores, no es adecuado para exteriores. Por lo tanto se incurre en algo punible y tipificado, la responsabilidad decenal del deterioro de un elemento de construcción implica que el costo de restitución estimado en un millón de euro, lo debe pagar quien proyectó y decidió su aplicación.

No es válido, es una trampa, que lo abone el Guggenheim, porque además de un inadmisible, si no delictivo, despilfarro, este museo se mantiene con subvenciones públicas, Eusko Jaurlaritza 5,5 millones de euro, Bizkaiko Aldundia, otros 5,5 y 250.000 el Ayuntamiento desde 2015, todo ello de dinero social de impuestos. Dentro de diez años sucederá lo mismo un sospechoso escándalo con aroma de corrupción, por lo que debe paralizarse inmediatamente la obra y recobrar el estado original.

En estas circunstancias y ante las generosas aportaciones de las citadas administraciones públicas, administrar no es sinónimo de despilfarrar, que bien necesitarían mucho más otros museos del país como Euskal Herriko Meatzaritzaren Museoa en Gallarta, se ha solicitado a Ararteko, que se decrete un día de entrada gratuita semanal, o como mínimo mensual, como otros tantos museos tan o más importantes. Este no es un museo privado, como se suele decir, depende de costosos y vejatorios acuerdos con la central norteamericana, de subvenciones y el acceso de la sociedad a la cultura, derecho humano fundamental, no puede quedar limitado por un abusivo precio.

Asimismo, es incomprensible que un museo tan celoso de su imagen la ceda para anunciar el espectáculo más vergonzoso que puede contemplar el ser humano, la tortura, muerte y descuartizamiento público de toros para regocijo de sádicos espectadores, gracias al interés del PNV en mantener la matanza o reinstaurarla como en Donostia. Se trata del Festival Taurino una salvajada prevista para el 9 de junio cuyo cartel acompaña este artículo.

 

Otros museos

Resulta un atentado cultural lo que está sucediendo en Euskal Museoa de Bilbao, después de haber destrozado en 2016 el suelo centro de su claustro que pertenecía desde el siglo XVII a la Iglesia y Colegio San Andrés de la Compañía de Jesús, posteriormente Parroquia de los Santos Juanes. Ahora se pretende deformarlo cubriéndolo para usos lúdico turísticos con un despilfarro de 475.000 de euro que bien vendrían para dotar de contenidos al museo. Es gravísima la pérdida de su concepción espacial, que además sorprendentemente tiene el respaldo del Colegio de Arquitectos poco proclive a la defensa del patrimonio. Lo mismo ya ocurrió en 2012 en los dos claustros de 1886 de la Universidad de Deusto, y siguiendo con esta corriente de barbarie arquitectónica en pocos años no quedará en Euskal Herria un claustro como siempre han sido, abiertos. Parece como si la lluvia hubiese sido un calamitoso fenómeno reciente.

La brutalidad continúa con otra aberración, pretender eliminar el cerramiento exterior de forja que delimita y singulariza Etxezarreta Jauregia, el magnífico palacio barroco del siglo XVIII donde se sitúa Durangoko Arte eta Historia Museoa. La reja forma parte consustancial de su fachada creando un espacio previo esencial que formaliza la percepción integra del palacio. La inaceptable justificación es que así acudirá más gente, a un museo que es gratuito y con escasos visitantes atraídos por un edificio banalizado, deformado. Lo más grave es si sus responsables, dirección, alcaldía y Diputación se lo creen.

Esto es posible por que el departamento de Cultura de la Diputación de Bizkaia ha estado presidido políticamente desde hace muchos años por personas mediocres, sin sensibilidad, atroces con el patrimonio como la actual Lorea Bilbao tan nefasta por su indiferencia e incompetencia como todas sus antecesoras y con algún arquitecto funcionario dispuesto con sus informes favorables a facilitar el atentado. Todo ello en la tradicional tendencia a la destrucción del legado cultural por el PNV que ha manifestado especialmente esta Administración, mucho más dañina incluso que la dictadura. La destrucción democrática de la ciudad y el territorio.

En Donostia además del enorme indisimulable impacto negativo de la catástrofe cultural demostrada con el año de la Capitalidad Cultural Europea 2016, debe censurarse contundentemente que la ampliación de San Telmo Museoa tenga como elemento predominante en su fachada un añadido degradante, la ampliación del bar a modo de txozna de diseño en el espacio de la plaza Zuloaga. Asimismo censurar una vez más la tragedia cultural que supone Chillida Leku, uno de los museos más bellos de Europa por su ámbito y contenido continúe cerrado por la incapacidad negociadora de las administraciones. Estas instituciones, Eusko Jaurlaritza y Gipuzkoako Aldundia, que destinan nada menos que 10 y 4 millones de euros respectivamente para una populista y absurda obra, la reforma del estadio de Anoeta.

No puede olvidarse uno de los más graves atentados culturales cometidos en Euskal Herria e incluso en Europa síntoma evidente de la bajeza política tan habitual en el PSOE vascongado. Actuó como una mafia mientras estuvo en el gobierno rapiña de Francisco Javier López, alias Patxi, pretendiendo destituir al director de Burdinbidearen Euskal Museoa de Azpeitia, Juanjo Olaizola una personalidad europea en materia de ferrocarriles en un indecente proceso del entonces viceconsejero de Transportes Ernesto Gasco para imponer y agraciar a una favorita rotundamente incompetente y osada con el consentimiento del consejero Iñaki Arriola, desacreditados individuos que de nuevo desgraciadamente están medrando en las administraciones rescatados por el PNV.

Un reproche colectivo. El pasado 8 de abril, el feliz día de la Victoria de Baiona cuando miles de vascos nos desplazamos a celebrar el Armagebetzaren Eguna y a felicitar a los Bakegileak, Artisans de la Paix, en el cercano Euskal Museoa junto al Errobi, con un magnífico fondo sobre el tema de pelota vasca y una exposición temporal Eresoinka 1937-1939, apenas entraron, constatado personalmente, diez visitantes a lo largo del día. Los bares repletos. No sé cuantas veces al año puedan ir la capital de Lapurdi algunos de los miles que acudieron ese día y quizá lo hayan visitado en otras ocasiones, pero un pueblo sin autoestima identitaria, que no aprecie la cultura ni siquiera la propia está condenado a la autodestrucción.

Finalmente una felicitación a la brillante gestión de Untzi Museoa de Donostia que desde su apertura en 1991 ha sido brillantemente dirigido por Soco Romano y José María Unsain obligados a cesar por una sucia maniobra de un advenidizo e impresentable diputado de Cultura Denis Itxaso del PSOE. Han puesto de manifiesto palpable e internacionalmente con absoluto rigor científico, entre otros temas, la relación del pueblo vasco con la mar además de una serie de excelentes por documentadas publicaciones que deberían servir de estímulo a otros museos.

En Euskal Herria, particularmente en los tres herrialdes de la Comunidad Autónoma Vasca, estamos progresivamente en los peores años para la cultura vasca por culpa de unos dirigentes políticos, especialmente consejeras y consejeros de Cultura, repletos de banalidad, insensibles y atroces.

NAIZ