Plaza del 18 de julio y Plaza de la Constitución

Estos eran y son los nombres de esta plaza para la burguesía española de Donostia y sus acólitos, pero no para nosotros. Para nosotros PLAZA BERRIA ha sido siempre, lo sigue siendo y lo será.

Al poco de fundarse, la ciudad navarra de Donostia, fue conquistada en el año 1200 por el reino de Castilla. Desde entonces y hasta hoy, las fuerzas ocupantes de Castilla (España a partir del siglo XIX) han sido y son dueños y señores de la ciudad. Una tragedia histórica.

Al menos a partir del siglo XVI, la ciudad tenía una única plaza, la PLAZA VIEJA/PLAZA ZAHARRA. Se situaba entre las casas números 18-26 del Boulevard actual. Hace unos años, a este espacio le han dado el nombre de Plaza Ugartemendia (por no darle su auténtico nombre Plaza Zaharra). No se han percatado de que la calle Ugartemendia ya existe en Bentaberri. ¡Qué incompetencia!

Los militares ocupantes utilizaban la Plaza Zaharra para sus maniobras, lo que producía broncas y discusiones  con los vecinos. Por ello y para evitar enfrentamietos con esos militares, el Cabildo  (Ayuntamiento) derribó las casas  existentes entre las calles Enbeltran y Amasorrain y construyó la Plaza Nueva /Plaza Berria en el año 1722, en sustitución de  la Plaza Zaharra.

En 1813 los ejércitos anglo-portugueses, aliados de los españoles, destruyeron la Plaza Berria. Se reconstruyó en 1818 y recuperó su uso con su denominación de siempre, Plaza Nueva/Plaza Berria. Pero los patriotas españoles de Donostia no estaban dispuestos a respetar ese nombre, entre otros Joaquín María Ferrer, militar español. Nacido en Pasai San Pedro (entonces perteneciente a Donostia), este notable era considerado un “apasionado liberal”. Fue íntimo amigo de Espartero; creador de la historieta de la monja Catalina de Erauso; enemigo acérrimo de los Fueros; ministro y también presidente del gobierno de España. ¿A quién nombró Madrid senador de Nafarroa cuando en 1841 hicieron desaparecer el reino de Nafarroa convirtiéndola en una provincia?:  Joaquín María Ferrer.

Ferrer anduvo defendiendo el imperio español en contra del general San Martín en Argentina y Perú. De allí lo expulsaron junto con otros personajes como él y aquí volvieron para imponer su patria española.

Así, en 1820 le cambiaron el nombre a la Plaza Nueva/Plaza Berria, poniéndole el nombre  de la “constitución” que estos personajes habían redactado en 1812. Sin embargo, no aparece ningún acuerdo municipal al respecto. Con la excusa de que iban a organizar un “estado-nación-patria-española-moderna-constitucional” , estos personajes se dedicaban a sus negocios.

En 1823 los expulsaron del poder y regresó Fernando VII (“el rey felón”). Estuvo viendo los toros en la Plaza Berria en 1828, en compañía del alcalde Joaquín Bermingham y del juez y censor Claudio Antón de Luzuriaga (ambos de la cuadrilla de Ferrer). Al parecer, el nombre de la plaza le tenía sin cuidado a ese rey por muy absolutista que fuese.  El citado rey murió en 1833 y Ferrer, Espartero y demás padres de la patria, que instigaron las guerras carlistas, otra vez volvieron a ocupar el poder. Ferrer murió en 1861, en el balneario de Santa Ageda.

A principios del siglo XX se dio un renacimiento en la cultura vasca; los vascos fueron perdiendo miedo a los españoles. Un gran  impulsor de la cultura vasca fue, entre otros, Jose Manterola. El euskara y la cultura y personalidad vasca fueron tomando fuerza. El pensamiento y la ideología de Sabino Arana y Arturon Kanpion fuéronse extendiendo. Es en este contexto cuando a Karmelo Etxegarai le encargan la labor de traducir al euskara los nombres de las calles de la Parte Vieja donostiarra; de esta manera en 1897 se aprobó oficialmente el nombre de nuestra Plaza Berria junto con el de Plaza de la Constitución. Mas, por desgracia, jamàs se colocaron los rótulos correspondientes. Sin embargo, ese nombre sigue oficialmente vigente a día de hoy pues incluso en 1967, en pleno fascismo, se aprobó el nombre dado en 1897. Tomen nota los que gobiernan el municipio actualmente.

Cuando llegó el año 1936 de dramático recuerdo, los fascistas con el general  Mola a la cabeza se apoderaron de la ciudad, e igual que en 1813, provocaron la muerte y el destierro de miles de habitantes (téngase en cuenta que más de la mitad de los 90.000 habitantes de entonces huyeron después de la conquista y la destrución de los nazi-católicos españoles).

Los nuevos dirigentes, en pleno orgasmo de poderío, impusieron en 1937 el nombre de “Plaza del 18 de Julio” a nuestra Plaza Berria, nombre que se mantuvo durante 40 largos años. Aun así, había donostiarras en aquella época que seguían llamándola Plaza Berria. Es vergonzoso que los actuales responsables políticos no muestren en los paneles informativos que a dicha plaza también la llamaron “18 de julio”. Al parecer, ¡dicho nombre no entra en su amañado relato!

Al caudillo Franco lo puso Dios (“por la gracia de Dios” decían), e igual que Fernando VII, se asomaba al balcón de la plaza entre aplausos de los fascistas. ¿No es esto también parte del relato histórico?

Franco ya murió físicamente, cierto, pero las denominaciones de las calles se utilizaban y siguen utilizándose como arma ideológica. Así y todo, aunque parezca mentira, los franquistas aceptaban la palabra Euskalerria como parte de España. Pero el nombre Euzkadi era cosa de “separatistas”. ¡Increíble pero cierto! Los mismos nacionalistas españoles utilizan hoy día el nombre Euskadi en contraposición a nuestra Euskal Herria.

Llegó el año 1979 y, claro está, el Ayuntamiento decidió que había que cambiar el nombre “18 de julio”. Los ciudadanos con cultura y con conocimientos de Historia defendían el nombre de Plaza Berria, pues ése era su nombre de siempre. Otros (gente de escasa cultura) decían que siempre se le había llamado “la consti”. Por otro lado, el alcalde Alkain señaló que nuestros antepasados le pusieron el nombre “constitución” y que había que respetar dicho nombre porque dicha constitución consagraba los derechos de las personas. Seguramente, este alcalde ignoraba quién fue Ferrer.

El fascismo hizo las cosas muy bien. No sabemos si Alkain sabría que Espartero también prohibió en 1838 el uso de la boina (txapela). Y que expulsaron del Instituto a Jose Manterola  en 1876 por defender los Fueros.

La mayoría de los habitantes del estado español aceptaron la legitimidad del régimen franquista y, no sólo eso, también el relato que ha impuesto ese régimen.

En esa labor del nacionalismo español están la burguesía de Donostia, sus colaboradores y su peródico portavoz, que rechazan  la cultura y la conciencia nacional vasca. Les escandaliza que nosotros, ciudadanos vascos actuando como  personas cultas y civilizadas, reivindiquemos el nombre aprobado en euskara en 1897, de Plaza Berria.

¿Dónde están la cultura, el civismo, la honestidad, el derecho y la justicia?