La Guayana francesa en estado de revuelta

Hasta ahora los manifestantes del departamento francés más grande de ultramar, exigían sólo cambios de tipo socioeconómicos, como introducir un programa de inversión, mejorar el sistema sanitario, la educación y la protección social. Finalmente, después de dos semanas de protestas, han presentado una reclamación política.

“Exigimos al presidente y al Gobierno iniciar negociaciones con la sociedad de la Guayana para iniciar un debate abierto y transparente, con el propósito de dotar de un estatuto especial en la Guayana francesa, situada demasiado lejos de los centros de la toma de decisión de la Francia metropolitana”, afirma uno de los líderes de los manifestantes, Davy Rimane .

“Con otro sistema podríamos decidir nosotros mismos lo que es bueno para nosotros” en lugar de “pedir permiso para todo” en Francia, explica Rimane .

Esta semana el ministro del Interior de Francia, Matthias Fekl , y la ministra de Territorios de Ultramar, Ericka Bareigts , han visitado la Guayana Francesa. Las autoridades francesas han anunciado la disposición del Gobierno de invertir 1.000 millones de euros en la economía de la Guayana Francesa, uno de los departamentos más pobres de Francia, según Reuters . Sin embargo, los manifestantes han rechazado la oferta argumentando que es “insatisfactoria” para hacer frente a los problemas sociales persistentes.

Los colectivos que representan los manifestantes ya han iniciado negociaciones con representantes del Gobierno francés, informa el portal France Guayana. Tienen previsto redactar un acuerdo común, que luego deberá ser aprobado por la población local.

“Sabemos que la crisis es profunda y afecta a todo el territorio”, dijo Fekl dirigiéndose a la delegación de unas 50 personas que participaron en las conversaciones. Según el ministro de Interior, no sólo hay una necesidad de “soluciones inmediatas, sino también trabajo a largo plazo”, según informa France 24 .

Alrededor de 10.000 personas se manifestaron esta semana en Cayena y Santo- Laurent -du- Maroni, las principales ciudades del territorio. Se trata de las protestas más grandes jamás vistas en esta región de 250.000 habitantes.

Qué quieren los manifestantes, los pobladores de la Guiana francesa, fundamentalmente, atención por parte de Francia que, creen, les ha dejado solos, con una actitud que tachan de despectiva.

Quieren, seguridad personal, desde que el crimen ha crecido a niveles que son cotidianamente insoportables y que gangrenan constantemente a la sociedad local. Sólo hay que constatar que en el aeropuerto internacional de la Guayana francesa no hay “escáneres” activos que aseguren un mínimo de vigilancia respecto del tráfico y del transporte aéreo.

Quieren también una mayor actividad económica. La tasa local de desempleo es oficialmente del 22%, pero entre los jóvenes alcanza un nivel del 46%. Hecho que genera una gran desazón generalizado entre esta franja social con la situación económico actual.

Quieren también, el control de la creciente ola de inmigración clandestina. Principalmente de la haitiana, que utiliza la Guayana como trampolín para posteriormente, intentar ingresar desde allí a Estados Unidos.

Y como no podía ser de otro modo hay sectores sociales que reclaman también la independencia de Francia; o sea dejar de ser un desgraciado remanente de un pasado colonial que el mundo ha dejado sustancialmente atrás.

guayanarevuelta

Hay que considerar también la creciente preocupación por el notable aumento del narcotráfico en la Guayana francesa. Como consecuencia previsible de esto último, la mafia de las drogas, sumada ahora también a aquella del oro, se ha apoderado de las calles de Cayenne y además controla -de hecho- buena parte de la jungla, en el interior de la Guayana francesa.

Todo este cuadro ha provocado la insólita aparición de una fuerza, autodenominada: “Los 500 hermanos”, sin armas, pero con las caras enmascaradas y absolutamente vestidos de negro pretende mantener un mínimo de orden. Desde la intimidación y el miedo.

El grupo ha interrumpido la reciente visita del 7 de marzo pasado de la socialista Ségolene Royal en la ciudad capital, sin que nadie después se preocupara demasiado por el tema. Hoy el grupo luce, paradójicamente, como si fuera la única fuerza visible, medianamente organizada, del pequeño territorio.

Para confirmar que la Guayana francesa no es prioridad para su metrópoli, el candidato presidencial que hoy lidera las encuestas de intención de voto, Emmanuel Macron, se refirió a la Guayana francesa como “una isla”, confirmando la increíble grado de desconocimiento de la clase política francesa respecto de una región remota, a la que pomposamente denomina como uno de sus “territorios de ultramar”.

Lo que pasa en la Guayana francesa es todo un aviso que Francia no debe ignorar, si quiere intentar volver las cosas a la “normalidad”. En otro caso, por la intensidad y extensión de la actual movimiento colectivo de protesta, nuevos y futuros episodios del mismo tipo no pueden descartarse, lo que generaría una especie de estado de insostenible “conmoción permanente” en una sociedad que parece sólo pretender ser debidamente atendida por una potencia que, respecto de ella, aunque actúa en el antipática manera de la vieja metrópoli colonial.

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