¿España en el espejo de Serbia?

A medida que el proceso de autodeterminación de Cataluña toma velocidad, las voces que lo quieren detener por la fuerza resuenan cada vez más fuertes. El artículo 155 de la Constitución, que permitiría una intervención sobre la autonomía rebelde, comienza a ser una reliquia. Porque la pantalla vigente es la del artículo 116, que contempla la imposición de los estados de excepción y de sitio. Es lo que exigen personajes como Francesc de Carreras o Félix de Azúa, este último académico de la RAE, a quien el destino parece haber colocado en la misma sintonía histórica que a los miembros de la Academia Serbia que en 1986 impulsaron el desdichado ‘Memorandum’: una auténtica hoja de ruta de exaltación étnica inductora a la violencia. Pero antes de las proclamas de Carreras y de Azúa, no hay que perder de vista las alertas sobre la posibilidad de una intervención armada en Cataluña difundidas por medios internacionales de peso.

En la primera semana de agosto de 2016, en plena ola de calor, el semanario alemán ‘Der Spiegel’ tenía asumido que “la movilización de las fuerzas de seguridad sería el único recurso de España para impedir la independencia”. Un espasmo mediático similar al del ‘Financial Times’ del pasado 2 de febrero, cuando el columnista Wolfgang Münchau se pregunta: “¿Estaría España caminando hacia una guerra civil con Cataluña?”. Münchau parecía tener claro que el Gobierno Rajoy podría estar dispuesto a desplegar la Guardia Civil en Cataluña, con el riesgo de enfrentamiento que esta decisión supondría.

Pero tengo la impresión de que tanto el artículo no firmado de ‘Der Spiegel’ como la crónica de Wolfgang Münchau en el ‘Financial Times’ fueron textos elaborados sin haber consultado antes del artículo de Mikel Buesa, “Cataluña en el espejo de Eslovenia”, una pieza fundamental sobre la cuestión publicada pronto hará cinco años. Que Buesa, profesor de economía de la Complutense y colaborador de la FAES expusiera su análisis en ‘Libertad Digital’ en octubre de 2012, cuando no hacía ni un mes de la primera gran manifestación independentista, invita a plantearse si el artículo -más que un artículo, un informe-se había ido incubando desde mucho antes de aquel 11S. Buesa describe cómo Eslovenia pudo separarse de Yugoslavia con una ocupación militar de sólo diez días, porque los 35.000 efectivos del Ejército Federal -con mando controlado por Serbia- no pudieron ni supieron imponerse a los 21.000 policías eslovenos movilizados .

Expuestos estos datos, Mikel Buesa despacha rápido la cuestión eslovena y se apresta a emitir cifras sobre Cataluña y España: 16.654 Mossos y 10.894 policías locales. Un total de más de 27.000 efectivos con experiencia, según Buesa. Pero, a continuación, el profesor de economía y colaborador de la FAES, explica: “La ocupación militar del territorio de Cataluña -con casi 32.000 kilómetros cuadrados requeriría, para tener un control efectivo, una fuerza de unos 270.000 soldados”. Es decir, una fuerza diez veces más potente de la que, en teoría, dispone la Generalitat.

Buesa introduce en su artículo un tono casi de impotencia y resignación cuando hace ver que, desplegando 134.772 efectivos del Ejército español más los 80.210 de la Guardia Civil, no bastaría para una ocupación sostenible de Cataluña. Y Buesa teme que todo pudiera terminar como en Eslovenia: con la victoria de los separatistas por ineficiencia, ineficacia o incomparecencia del Estado. Siempre he pensado que el artículo de Mikel Buesa tenía más la voluntad inquietante de alerta, casi de intimidación, que un interés estrictamente informativo. “Cataluña en el espejo de Eslovenia” fue un aviso para navegantes cuando el proceso estaba en pañales, y también lo es ahora, cuando parece haber entrado en la fase definitiva, o al menos definitoria. En el fondo, muy en el fondo, lo que más le gustaría al colaborador de la FAES -y exmilitante de UPyD y de Vox- es poner a España en el espejo de Serbia más que a Cataluña en el de Eslovenia. Si en octubre de 2012 Mikel Buesa hacía cuentas, cálculos, analizaba números y hacía hipótesis de confrontaciones, es porque su marco mental conectaba con posibles soluciones militares, de fuerza. Que éstas sean o no viables es otra cuestión. Buesa no lo podrá admitir, pero su juego de cifras lo dice casi todo.

EL TEMPS