Las tres razones del miedo español de Estonia

Ayer supimos que el gobierno español habló de la independencia de Cataluña en las reuniones preparatorias de la presidencia estonia de la Unión Europea, que comenzará el primero de julio.

Fue un hecho realmente insólito. Tanto decir que la cuestión catalana era un asunto interno español y ahora es el gobierno español el que habla en el seno de la Unión Europea y reclama a Estonia que no se aparte ni un milímetro de la posición oficial española. Hay nervios, está claro, y en este caso tienen razones de diversa índole, que trataré de explicar a continuación.

Pero, antes que nada, un aviso. De los tres gobiernos bálticos, ahora mismo el estonio es el que de manera oficial sostiene con más intransigencia la posición que le reclama España. Puedo confirmarlo personalmente, porque he hablado con representantes del gobierno estonio y su actitud, oficial y extraoficial también, es durísima en el apoyo incondicional a España -lo que no ocurre en el caso de Letonia ni Lituania-.

¿Por qué razón, entonces, España tiene que hacer la advertencia que ha hecho, precisamente a ellos? Seguramente porque hay tres razones que mueven al gobierno español a desconfiar de ellos.

La primera me parece fuera de lugar pero circula. Hay diplomáticos españoles que sostienen que una de las razones por las que el independentismo catalán quiere esperar a septiembre es porque espera la presidencia estonia, más favorable que la actual presidencia maltesa. Yo no tengo razón alguna para pensar que esto sea así, pero sí constato que en el Estado español hay quien lo cree.

Si es importante que sea un país u otro el que detente la presidencia es porque tiene la responsabilidad de organizar y presidir todas las reuniones del Consejo de la Unión Europea. Es decir, que Estonia, según lo que pase en septiembre, podría obligar a la Unión a pronunciarse sobre la independencia de Cataluña, tanto si España lo quiera o no. Pero hay que tener en cuenta que esta presidencia semestral tocaba al Reino Unido, y a Estonia le estaba reservada la de enero. Ahora, también es cierto que el Estado español no se fía ni de unos ni de otros.

La segunda razón es la más interesante y real. Aunque el actual gobierno estonio es favorable a la posición española, aunque sea por el apoyo militar, España desconfía de la opinión pública estonia y desconfía mucho más aún del parlamento del país. El parlamento estonio es uno de los cinco parlamentos europeos que ya han creado un grupo de apoyo a Cataluña. Hace sólo cinco días el presidente de este grupo, Artur Talvik, apoyó un referéndum unilateral, tras una reunión con el presidente Puigdemont.

¿De qué tiene miedo España? Pues de algo muy elemental. Que por mucha presión que tú puedas hacer a un gobierno extranjero, cualquier gobierno extranjero teme siempre más la presión de la opinión pública propia. De entrada Estonia puede alinearse con España, pero si la opinión pública estonia empieza a apoyar a Cataluña, especialmente si España juega la carta de la represión, las cosas pueden dar la vuelta muy deprisa. Estonia es independiente de hace apenas veinticinco años y la mayor parte de sus habitantes saben mejor que nadie qué significa hacerse independiente. Por eso no pueden contemplar el caso catalán con la frialdad con que se lo mirarían los portugueses o los italianos, por ejemplo.

Y la tercera y última razón de la sospecha española es un relato delicioso que explicamos aquí en VilaWeb hace varios días. En los años ochenta, el gran aliado tradicional de Estonia era Finlandia y, en cambio, cuando comenzó el proceso hacia la independencia Finlandia se puso muy radicalmente en contra. Pero en público solamente. Porque, según se ha sabido ahora, Finlandia desviaba mucho dinero y apoyo clandestino hacia los independentistas estonios mientras hacía ver que se oponía completamente a su independencia. Cualquiera puede entender que esto, después de todo, es un precedente muy inquietante para la Moncloa.

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