Belicosos veranos de Oriente Medio

Hace medo siglo la Guerra de los “Seis días” cambió la historia del Oriente Medio. Fue entonces cuando yo publiqué mis primeras crónicas del conflicto, unos años antes de empezar mi aventura de corresponsal. El primer día de aquella gran guerra entre gobiernos árabes e Israel, cuyas consecuencias siguen muy vivas, la aviación del Estado judío aplasto en Imbb, un barrio de El Cairo, a casi toda la flota aérea egipcia consiguiendo una victoria que el Rais Gamal Abdel Nasser ocultó a su pueblo durante varias jornadas, hasta que reconoció su derrota. Egipto perdió la guerra en el primer día. Destacamentos del ejercito siro, que también entraron en combate, fueron retirados del Golán, para reforzar la guarnición de Damasco, ante una amenaza interior de golpe de estado, perdiendo la batalla de sus colinas, aun ocupadas. Al Muro de las lamentaciones de Jerusalén acudieron los victoriosos militares israelíes, tras el fracaso del ejercito jordano del rey Hussein ,anexionando barrios Árabes de la ciudad, imponiendo sus nuevas fronteras en el territorio palestino de 1948.

Muchos de los acontecimientos mas importantes de estas décadas de la historia del Oriente Medio tuvieron lugar en estos lentos y cálidos veranos , como la invasión del Líbano de 1982, que alcanzo los barrios del oeste de Beirut, y provoco la derrota de los fedayines palestinos de Arafat, forzados a abandonar el país. Esta invasión desgarro aun mas la población local que sufría su guerra civil comenzada en la primavera de 1975. Fue otro día de agosto de 1990 cuando las tropas iraquíes invadieron Kuwait, que desencadeno posteriores calamidades de intervenciones armadas norteamericanas que descuartizaron uno de los países árabes mas florecientes de esta región. En el verano del 2006 milicianos del Hezbollah y soldados de Israel , empezaron su guerra que duro alrededor de cuarenta días. En el tiempo estival también se llevaron a cabo, en junio de 1952 el golpe de estado de Gamal Abdel Nasser y los oficiales libres contra el rey Faruk, y en otros años pero en la misma estación, triunfaron pronunciamientos militares del Baas en Siria y en Irak, o del coronel Gadafi en Libia

Al empezar este mes ha comenzado la tan anunciada batalla para conquistar Raqa, población siria bajo las garras del Estado islámico por tropas locales árabes y kurdas auspiciadas por Estados Unidos. Como acontece en Mosul su población de doscientos mil habitantes sirve de escudo humano a los barbaros yihadistas. Esta operación bautizada Cólera del Éufrates será larga, difícil como la inconclusa batalla de Mosul.

La gravísima crisis diplomática entre Arabia saudí, los emiratos petrolíferos del Golfo, Egipto y Qatar , no se convertirá en enfrentamiento armado pero ha sido provocada por la ayuda del gobierno del emir a las organizaciones islámicas mas totalitarias y crueles que combaten sobre todo en Siria, a la Cofradía de los Hermanos musulmanes de Egipto, a los palestinos de Hamas que gobiernan Gaza.

Hasta 2010 el pequeño principado, establecido en una angosta península en la orilla del vasto reino de Arabia Saudí, Qatar era el “amigo de todo el mundo”. Con sus peligrosas injerencias durante las “primaveras árabes” primero en Libia, más tarde en Siria, se convirtió en el “Qatar de la guerra”. Su diplomacia del talonario de cheques, la agresividad de su televisión Al Jezira en sus campañas de desinformación y propaganda, le han hecho mas vulnerable. “Si tu casa tiene el tejado de cristal –reza un proverbio árabe- no arrojes piedras”. Arabia Saudí, con la que ha tenido divergencias políticas importantes, contenciosos fronterizos, y que también apoya a otras organizaciones terroristas, ha querido imponer su liderazgo en el mundo árabe suní del Islam, acusándole de apoyar los chiís y de mantener pragmáticas relaciones con la república del Irán, primer enemigo de la Casa de los Saud. El malabarismo de Qatar, indiscutible obra del emir Hamad V Ben Jalifa El Thani, padre del actual monarca, ha quedado herido de muerte.

El ataque terrorista del Estado islámico contra el parlamento iraní de Teherán y el venerado mausoleo del Imam Jomeini, es un desafiante acto de guerra. Ha acabado la “excepción iraní”. Nunca había sufrido una agresión de tal envergadura por parte de sus enemigos árabes sunís del Estado islámico contra los que combate, a través de sus milicias chiís infeudadas en Siria, en Irak. Se ha extendido la hostilidad armada entre sunís y chiís. ¿Qué nos va a deparar este verano en los antiguos pueblos del Levante?

LA VANGUARDIA