La plétora de diarios de Beirut

No creo que haya capital de ningún país del mundo con tantos diarios como Beirut. Se cuentan catorce cabeceras para una población de alrededor de un millón y medio de habitantes. Además de los diarios escritos en árabe, hay diarios en otras lenguas como francés, inglés o armenio. En mitad de la crisis profunda de la prensa libanesa  que hundió el pasado año al diario Al Safir, reputado como un clásico diario “progresista”, nacido en la década de los setenta y empujado entonces por los vientos propicios del panarabismo un nuevo periódico de nombre Al Itihad con antiguos redactores del diario fallecido y capital de algunos hombres de negocios simpatizantes del Hizbulah, ha sido una sorpresa en estos tiempos oscurantistas de Oriente Medio. An Nahar sigue siendo el gran diario conservador de Beirut con acciones del multimillonario príncipe saudí Walid Ben Taalal y de la poderosa familia El Hariri, antaño propiedad de la patricia familia grecoortodoxa de los Tueni.

Al Liwa, Al Diyar , Al Mustaqbal, Al bina, Al Balad, L’orient, Le jour o el Daily Star son algunos de los nombres de sus cabeceras. Al Akbar de tendencia favorable al partido chií del Hizbulah es el único que se vende en Damasco. Las máximas tiradas apenas alcanzan los quince mil ejemplares. Sus editores las mantienen para no perder las licencias de su impresión. El precio del ejemplar es de dos mil libras libanesas, equivalentes a un euro, o mil libras.

Su distribución por los barrios de Beirut y las regiones de la república, habitadas por sus diversas comunidades confesionales, podría servir para configurar un mapa político del país. Leyendo sus páginas de amazacotados textos, de largos artículos de opinión, sorprende la ausencia casi absoluta de publicidad, excepto los frecuentes anuncios bancarios. Siempre he dicho que el sector bancario es la columna vertebral del Líbano.

Entre 1950 y 1975 la prensa libanesa vivió su época de esplendor antes  del principio de la larga guerra. Poetas, escritores como Geroges Sheade, Saad Akl, Nadia Tueni y el novelista Amin Malouf, premio Goncourt, y ahora miembro de la academia francesa, escribieron en sus páginas. Más que libanesa era la prensa de los árabes. El sentido crítico, la cultura abierta al mundo, la libertad de movimientos  de que gozaban los libaneses ofrecían un terreno abonado para la información. No hay que olvidar que las dos casas de edición más importantes de El Cairo como Al Ahram o Al Hilal fueron también fundadas por libaneses. Con la nacionalización de la prensa egipcia, la implantación de la censura, en tiempos de Nasser, Beirut se convirtió en la capital informativa del Oriente Medio.

Aunque los diarios de gran importancia no eran muchos,  había un destacado número de pequeñas cabeceras que sus propietarios pusieron a la venta  u ofrecieron a regimenes árabes que organizaban desde la capital libanesa su propaganda política. Así aconteció que todo gobierno árabe que se preciara, todo grupo de oposición a sus diversos regimenes, comprase o subvencionase a alguno de aquellos cotidianos. Egipto, Arabia Saudí, Iraq, Siria, la propia Resistencia palestina, y sobre todo Libia encontraron sus portavoces o simpatizantes en aquellos diarios.

Al Safir estuvo durante años al servicio del coronel Gaddafi. No toda la prensa libanesa se comportaba de esta suerte. Todas las contradicciones, todas las corrientes de opinión, todos los intereses del heterogéneo mundo árabe, estaban representados  en los cotidianos de Beirut, gran ágora de Oriente Medio.

Recuerdo  que al principio del decenio de los setenta llegó a la capital libanesa una delegación del Frente Polisario que aspiraba a dar a conocer su causa a lo largo y lo ancho de todo el mundo árabe. La libertad de sus periódicos, las buenas comunicaciones del Líbano, la habilidad de los libaneses para escudriñar los rincones de Oriente Medio convertían en su labor informativa un imprescindible  para saber lo que ocurría en la región. En Damasco, los diplomáticos extranjeros esperaban la llegada de los diarios beirutíes, para pergeñar los despachos a sus cancillerías. La crisis de la prensa beirutí no es solo debida al auge de las páginas web, de la aparición de diarios on line, de la crisis económica, sino a que después de la primavera árabe y los conflictos bélicos, algunos regimenes como los de Libia, Irak o Siria, dejaron de financiar algunas de sus cabeceras, aunque Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes sigan contando con sus publicaciones protegidas. La prensa de Beirut sigue siendo no obstante la más independiente y plural del mundo árabe.

LA VANGUARDIA