Monumento a los Caídos (Navarra a sus muertos en la Cruzada)

Como introducción a esta reflexión sobre el Monumento a los Caídos, si lo derribamos, o lo transformamos, o… quiero agradecer a la Asociación Cultural ZER por la oportunidad que nos brinda a las gentes de Navarra, y en especial a la ciudadanía de Iruña, de poder debatir sobre el futuro de este Monumento.

Sin duda que estos debates van a hacernos más sensibles a la memoria histórica reciente. Es muy importante un debate que nos lleve a valorar todas las posturas para poder participar con sosiego, información y confianza en las alternativas que, sin duda, habrá que determinar. También es muy importante la pregunta a la ciudadanía, ya que esa participación supone un acto de reafirmación y profundización democrática a la que muchas personas, profesionales de la política de nuestro entorno, no están acostumbradas. Muchas de ellas incluso rechazan cualquier tipo de consulta.

Soy consciente de que a una parte importante de las personas que aquí vivimos, el Monumento a los Caídos le ha herido y le sigue hiriendo en lo más profundo de su sentir. A otra parte, también importante, el tema no le produce ni frío ni calor.

El Monumento a los Caídos simboliza, como cualquier otro símbolo, la exteriorización de un pensamiento o idea y, como en todo signo, la imagen es indispensable, la imagen es esencial.

A mí me parece que la imagen del Monumento a los Caídos, por todo lo que representa, es patética. Es la exaltación del pensamiento único; un canto a la gloria y honor de los defensores del fascismo en Navarra. Es una imagen sombría, dolorosa, no sólo por lo que representa, sino también por cómo lo representa. La imagen, tanto externa como en el interior, está adornada de inscripciones golpistas, de pinturas de exaltación del nacional-catolicismo. La cruz y el fusil como alternativa a la libertad. Es también un aviso a caminantes,

-dejamos tres mil y pico personas en las cunetas y ¡ojo! porque Dios nos sigue bendiciendo-.

Algo se está haciendo rematadamente mal para que después de tantos años de la muerte del dictador, todavía haya monumentos de exaltación al fascismo en pie.

Es cierto que en Alemania se conservan los campos de concentración de la época del terror nazi, y que algunos edificios que fueron utilizados por el nazismo, se han reinterpretado. Pero la simbología de las personas represaliadas, torturadas y asesinadas que simbolizan los campos de exterminio, es la antítesis a la simbología de la exaltación al fascismo puro y duro, como es lo que el Monumento a los Caídos, simboliza.

No creo, que la postura que cada persona mantengamos respecto al futuro del Monumento (mantenerlo, transformarlo o derribarlo) sea como decía el otro día en rueda de prensa un concejal de nuestro Ayuntamiento, que algunos quieren “utilizar el edificio para enfrentarnos unos con otros, para tensionar Pamplona, y alimentar el odio”…

A nadie nos mueve el odio ni convivimos con él , sr. concejal, simplemente nos mueve la verdad, la justicia y la reparación. Desconozco qué proyectos fomentarán más la convivencia, sean o no consensuados, nunca lloverá a gusto de todos, por eso vamos a aceptar lo que las gentes de Iruña decidamos, nos guste o no nos guste. Es así de sencillo, no hay que tener miedo a lo que la ciudadanía decida, no hay que tener miedo a profundizar un poco más en la cultura democrática.

A nivel personal, no creo que el Monumento se deba transformar, reinterpretar, ni tunear. No tengo, de momento, ninguna alternativa ni a la permanencia del edificio entre nosotros, ni a su demolición. Pero cuando me pregunten qué hacer con el Monumento a los Caídos mi respuesta, a día de hoy, es muy diáfana, la imagen del símbolo fascista por excelencia de nuestra ciudad hay que borrarla y destruirla. Puede ser el primer paso.

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