Salta la chispa que provocará las guerras carlistas

Tal día como hoy del año 1830, hace 187 años, el rey Fernando VII promulgaba en Madrid la Pragmática Sanción, que permitía que las mujeres pudieran acceder al trono en su condición de herederas. Hasta entonces esta posibilidad no existía. El primer Borbón español había excluido a las mujeres –por su condición de género– del acceso al trono. Una medida claramente contrapuesta a la tradición de las potencias atlánticas –Inglaterra, Países Bajos– o de las potencias del centro y este de Europa –Austria, Rusia–. La Pragmática Sanción, sin embargo, no tenía un propósito modernizador. Era la culminación de una guerra estrictamente cortesana entre liberales (partidarios de la princesa) y tradicionalistas (del hermano del rey), que a partir de aquel momento se trasladaría a los campos de batalla.

La ideología que había impulsado las revoluciones americana (1776) y francesa (1789) y la incorporación del Principat a Francia (1812-1814) habían creado una fractura en la sociedad catalana de la época que iba mucho más allá de la dicotomía liberales-tradicionalistas que marcaría el conflicto por todas partes. En el Principat –por la complejidad de su sociedad– los liberales eran un corpus muy heterogéneo que agrupaba la intelectualidad, la burguesía industrial y ciertos movimientos de un proletariado republicano muy embrionario. También eran un corpus sociológico claramente urbano e ideológicamente influido por la Revolución Francesa. Sin embargo, a diferencia, eran básicamente monárquicos y planteaban una relación Catalunya-Espanya basada en el modelo federal norteamericano.

Los carlistas catalanes también eran un corpus muy heterogéneo, que agrupaba desde los propietarios agrarios hasta el proletariado rural –los jornaleros sin tierra– pasando por el clero, convertido en el ideólogo del movimiento. Articulaban su discurso desde diferentes perspectivas: a la defensa del sistema político tradicional –monarquía despótica, estado confesional–; sumaron la decepción que les causaba la postración del sector agrario a los intereses del sector industrial; y el dominio que la burguesía industrial ejercía sobre los productos y los precios del campo, provocando una dependencia en muchas ocasiones ruinosa. Y también su propuesta de España, la recuperación del sistema foral perdido en 1714 y la construcción de una relación Catalunya-Espanya de factura confederal.

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