El Aserradero-destilería de Ekai (I)

El Irati S.A., empresa cuyo principal objetivo era la explotación del hayedo de Irati, construyó en 1908 un gran aserradero en Ekai para preparar la madera que hasta allí bajaba por el río. Una vez trabajada se cargaba en su ferrocarril eléctrico para su traslado hasta Iruñea. Junto con la instalación anexa en donde se fabricaba carbón vegetal y se destilaban diversos productos químicos, el aserradero de Ekai dio trabajo durante setenta años a una buena parte de la población de Longida, Agoitz y otras localidades cercanas.

Corría el otoño de 1907 cuando el indiano de Aribe, Domingo Elizondo y otros colaboradores fundaron la sociedad El Irati S.A. Multidisciplinar, técnicamente innovadora,  moderna y autosuficiente constituyó una de las empresas más importantes y de más peso en el desarrollo industrial de Nafarroa a principios del siglo XX.  A pesar de  ser más conocida por su ferrocarril o sus centrales hidroeléctricas, realmente nació como empresa maderera con el objeto principal del aprovechamiento forestal de los bosques de Irati  (Fig. 1).

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Fig. 1   Anuncio en prensa

La madera talada en origen debía transportarse, una vez preparada, hasta la estación del Norte de Iruñea para ser distribuida a los principales clientes. Ante la ausencia de una buena comunicación por tierra, la solución adoptada fue que la propia corriente del río bajara la madera desde el monte, como ya se había hecho desde hacía muchos años en los ríos de la zona. La técnica de bajada de troncos sueltos por el río Irati aprovechando las riadas naturales o provocándolas mediante la brusca suelta de agua desde el embalse de Irabia  tiene un gran valor  como patrimonio etnográfico, muy poco frecuente en el Pirineo. Pero el curso del río Irati poco más abajo de Agoitz hace un brusco giro hacia el este y aunque a partir de ese punto su cauce fuera más ancho e incluso navegable, sin embargo, se alejaba del destino final de la madera que era Pamplona. En ese punto debía cambiarse el medio de transporte y Elizondo, aprovechando una idea anterior tomada del proyecto de red de ferrocarriles secundarios de Navarra, construyó un ferrocarril eléctrico desde Agoitz hasta Iruñea. Por diversas circunstancias, la más importante por exigencia de la Junta del Valle de Salazar propietaria de una buena parte del hayedo de Irati, el ferrocarril hubo de prolongarse hasta Zangoza. El lugar de cambio del rio al ferrocarril obligaba a habilitar un cargadero y un lugar para preparar la madera a transportar. Este fue el motivo para construir un gran aserradero en las cercanías de Ekai. La empresa solicitó al ayuntamiento de Longida la cesión de terrenos en los términos de Beragitoa y Zozolape para la construcción de un canal y para el proyectado aserradero industrial. El coste iba a ser de cien pesetas por robada en Zozolape y doscientas en Beragitoa que debían abonarse a cada propietario o al propio Ayuntamiento, caso de ser terrenos comunales. Longida exigió además, que si fueran necesarios obreros y animales de tiro para la realización de las obras tuvieran preferencia los propios del lugar. De esta forma, en esos terrenos se construyó  durante 1908 una gran serrería  y junto a la misma, se hizo una pequeña estación-cargadero para que las piezas de madera ya trabajada pudieran seguir en los vagones del ferrocarril hasta la Estación del Norte de Iruñea y de ahí a sus destinos finales (Fig. 2).

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Fig. 2  1910.En el centro el aserradero. A la derecha la destilería en construcción. Foto E. Pliego

Para sacar la madera desde el río, en Beragitoa se siguió la misma técnica que la utilizada desde siglos antes en el rio Arga a su paso por Iruñea. Desde el siglo XVI está documentado el transporte de madera por los ríos Arga y Ultzama desde los bosques de sus cabeceras hasta Iruñea para poder satisfacer las necesidades de leña de los hogares de la capital. Para recoger la madera del río se utilizaba un pequeño rellano justo antes de la presa del Molino de Caparroso en el Barrio de la Magdalena, en donde los troncos se sujetaban y dirigían con una red que atravesaba el cauce. Los frecuentes daños en la presa y el alto precio que los dueños del molino cobraban a los leñeros por utilizar sus terrenos crearon un largo y agrio conflicto, que finalizó en 1574 con la construcción de la Cequia o Río de los Leños. Se trataba de una canalización paralela al río y que sorteando la presa y el molino llevaba la leña hasta unos cuatrocientos metros más adelante, en donde una reja retenía los troncos que se descargaban y apilaban al borde del canal para su posterior transporte a la ciudad. El Río de los Leños solucionaba las quejas de los dueños del molino y facilitaba la recogida de la madera y estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX. Finalmente, en los años veinte, fue inutilizado y rellenado con el escombro procedente del derribo del frente de muralla de Tejería. Debe tenerse presente que para 1904 la Electra-Aoiz, precursora del Irati S.A. ya había comprado las instalaciones del Molino de Caparroso a La Electricista y por tanto Domingo Elizondo y los ingenieros de la empresa debían conocer perfectamente el funcionamiento del Rio de los Leños y decidieron utilizar el mismo sistema para la instalación de Ekai.

En este caso, no pudieron utilizar la pequeña presa, casi natural, que daba agua al molino de Agoitz y tuvieron que construir una nueva presa unos metros aguas abajo. La nueva presa construida en 1907, era de piedra y cemento,  con una altura de metro y medio y con el refuerzo auxiliar de una empalizada que dejaba pasar el agua pero desviaba los troncos a la compuerta de inicio del canal (Fig. 3). La obra no se ajustó al proyecto inicial elevándose 55 cm más de lo previsto lo que supuso una denuncia por parte de Margarita Irigoyen propietaria de la presa del molino y terrenos adyacentes,  que quedaban inundados con la modificación. La polémica se zanjó con una multa de doscientas pesetas a El Irati y otra de cien pesetas al Alcalde de Agoitz por permitir la modificación, sanción mínima ya que se consideró como una obra de interés general a pesar de las irregularidades habidas en su ejecución. A partir de la presa y su compuerta, el canal de un kilómetro de longitud se realizó en paralelo y cercano al cauce natural del río terminando en una gran laguna o embalse en cuya orilla derecha se situaron la serrería y la zona de almacenamiento de la madera. A su inicio, además de la empalizada citada, se colocó una red flotante formada por troncos en línea sujetos unos a otros por un fuerte enganche de acero. La ristra de troncos sujeta a una peña esquinosa de la margen izquierda y dirigida en sesgo hasta la compuerta, llevaba los troncos sueltos camino del canal evitando que siguieran por el río. En la “laguna” final, cerrada con una nueva compuerta, cabían entre 25 y 30 mil maderos de unos 3,3 metros de longitud es decir más de 14 metros cúbicos de madera. El gran stock de madera almacenada en sus cercanías permitía su secado y la continuación de los trabajos de aserrado durante el prolongado estiaje. El canal estaba iluminado en toda su longitud para extremar la vigilancia incluso durante la noche ya que en tiempos de necesidad era bastante frecuente el robo de madera. La sofisticación del sistema llegó a su extremo con la idea del propio Elizondo para separar los troncos de haya, de los de pino y de los desechos, que se iban a terminar destinando a la fabricación de carbón y destilado (Fig. 4). Del muro derecho del embalse partían tres canales auxiliares, el primero de ellos dirigido hasta el interior de la nave de aserrado. Tras abrir su compuerta un obrero colocado en la misma con su pica solo permitiría la entrada en el mismo de los buenos troncos de haya susceptibles de convertirse en tablones en las sierras continuas. Los troncos ya dentro del edificio de sierras, flotando en el canal a ras de suelo, eran fácilmente extraídos por los operarios y colocados en el carro de las sierras. Un segundo canal auxiliar acercaba las piezas de pino a nivel de la contigua vía del ferrocarril para, así, cargar los vagones que el ferrocarril trasladaría hasta la Papelera de Atarrabia o hasta la Estación del Norte. Finalmente un tercer canal se utilizaría para retirar los leños no aptos para la serrería ni para pasta de papel o traviesas y destinarlos a la fabricación de carbón vegetal y destilado de productos químicos, en la otra gran parte de la factoría. Faustino Lizasoain, reconocido médico, fundador y director del Hospital-Sanatorio de Aoiz y jefe de los servicios sanitarios del complejo fabril señalaba en 1911 en el periódico El Eco: con este sistema, ya tenemos la selva de Irati en el llano de Beragitoa (…) a disposición de la empresa explotadora a las puertas mismas del aserradero y de las fábricas.

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Fig. 3   Las compuertas del canal. Foto Altadill. GGPV

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Fig. 4   Años 20. En el centro Domingo Elizondo en la laguna de Ekai. El Aoiz de entonces.  Cortesía de F.Hualde

El gran edificio aserradero de 45 por 18 metros estaba situado al final de la laguna desde donde, como decíamos, penetraba un canal auxiliar. En el mismo se instalaron varias sierras de carro, una tronzadora, otra circular, seis de cinta pequeñas etc., adquiridas a la casa Guillet et fils de Auxerre y montadas por Valentín Camín su representante en Madrid. Casi de inmediato la cantidad de productos elaborados exigió la construcción de varios cubiertos adyacentes para almacenar y secar la madera. Por la calle central del conjunto fabril circulaba el ferrocarril eléctrico que desde el Empalme de Billabeta llegaba hasta Agoitz. Todo el conjunto contaba, además, con un extenso entramado de vías Decauville de 60 cm de ancho con sus plataformas giratorias por las cuales las vagonetas cargadas de madera o carbón circulaban empujadas unas veces por los propios operarios, otras por caballos o por una pequeña locomotora, marca Orenstein & Koppel que se adquirió en 1917. En el aserradero se fabricaban sobretodo traviesas de ferrocarril pero también tablones de distintos gruesos, entre 27 y 110 mm, cuadradillos también de diversos tamaños, instalándose además una máquina para realizar palos cilíndricos para escobas cuya demanda en aquellos años era importante. El movimiento de las sierras se lograba mediante un árbol central accionado por un motor eléctrico de 25 H.P. del cual partían las correspondientes transmisiones. La electricidad procedía de los propios saltos de la empresa. En una muestra más de sostenibilidad de la instalación, cada una de las sierras tenía un potente aspirador del serrín que llevaba el mismo a través de un largo tubo hasta una tolva para su aprovechamiento posterior. La instalación se completaba con dos máquinas de vapor, una fija y otra móvil con objeto de poderla transportar y establecer, eventualmente, un aserradero móvil.  Una de las válvulas de escape de la caldera de vapor fue preparada con un silbato similar al de las máquinas de tren. Cuando el operario de turno abría la válvula el sonido de, lo que enseguida se conoció como El Tuto, avisaba a los trabajadores de la entrada, cambio de turno, o tiempo para la comida. Dependiendo de la dirección del viento se oía por toda la comarca con más o menos intensidad, constituyendo durante años, un sonido familiar para todos sus habitantes. La moderna maquinaria y la sofisticada instalación crearon un problema inicial pues no se encontraban operarios expertos capaces de manejar correctamente las sierras. “Pudimos haber traído obreros hechos, que prácticos en el manejo de la maquinaria, hubieran dado mayor rendimiento que los que tenemos; pero hemos preferido formarlos nosotros con elementos del país, porque son estables y viven satisfechos en el ambiente en que se han criado” se escribe en la memoria de 1911 de la sociedad. Quedó como encargado y jefe de producción del aserradero Martín Frasú Echegaray y como auxiliar administrativo Adrián Cilveti (Fig.5).

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Fig. 5   El interior del taller de sierras. Cortesia T.Cosin

La compañía de Ferrocarriles del Norte solicitó un pedido inicial de treinta mil traviesas y a partir de entonces constituyeron uno de los productos con más producción y venta durante toda la historia de la empresa. Hasta tal punto fue así que los troncos se cortaban en el monte de una longitud de 3,30 metros para así poder fabricar con más facilidad y aprovechamiento las traviesas más habituales de 2,60 y 3 metros. El otro gran destino de la madera de haya fue la importante industria del mueble curvado ubicada principalmente en Valencia y Murcia que hasta entonces, se abastecía de madera procedente de Austria y Hungría. Los propios importadores hicieron viajes a Ekai a visitar las instalaciones y de esta forma se consiguió un primer e importante pedido de 250 vagones del comisionista valenciano Eduardo Müller. La buena calidad del haya de Irati aumentó rápidamente la demanda y se hicieron pedidos desde Barcelona, Zaragoza y Madrid.

Muy pronto, Domingo Elizondo propuso a los hermanos Irigoyen de Billabeta, Bruno, Angel y Abdón, guardas del almacén de maderas que, junto con el agoisko Celestino Laco que tenía algunos conocimientos de carpintería, pusieran un taller para hacer muebles en las cercanías del aserradero utilizando para ello, la madera allí trabajada. El entonces llamado taller de camas, objeto con el que comenzaron a trabajar, se fundó en 1921 con la razón social Laco, Irigoyen y Cía. Poco después, en 1927 quedaron solos los tres hermanos y pasó a ser fábrica de muebles Irigoyen y Cía. Ubicada muy cerca del aserradero, con Abdón como encargado, funcionó hasta 1977 en que se cerró definitivamente. Esta fábrica, aun no perteneciendo a El Irati podría considerarse como empresa auxiliar, siendo dos de sus socios a su vez empleados de Irati, Bruno administrador del taller de serrería y Angel responsable de todos los trabajos de tala y preparación de la madera en Irati, de su transporte hasta Ekai y capataz de los obreros empleados en esas labores. Las naves de la fábrica de muebles y las viviendas de sus propietarios formaron parte junto con el propio aserradero-destilería, el complejo urbano llamado Barrio Aserradero de Ekai (Fig. 6).

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Fig. 6   Distribución de la fábrica sobre vista aérea de 1929

Para aprovechar los restos de la madera, astillas, corteza y leñas pequeñas procedentes del ramaje se instaló, un año después, una planta para hacer carbón vegetal. La destilación de los humos procedentes de esta combustión iba a producir acido acético y otros productos químicos. De esta destilería hablaremos en una segunda parte de este trabajo.

El aserradero estuvo activo hasta el año 1981, los últimos veinte años bajo la razón social de El Irati Forestal, empresa que continuó la labor que había iniciado El Irati S.A. en 1910. Hoy día no quedan restos de ninguna de las naves ni cubiertos del aserradero aunque si las ruinas de la destilería. Además se conservan las compuertas, el canal y la laguna cuyas aguas mueven, hoy, la turbina de una pequeña central hidroeléctrica colocada cerca de su desagüe en el rio Irati.